El K-pop y la nueva accesibilidad de la danza
mayo 22, 2023Por Valerie Arias y Jimena Moscoso
Desde sus inicios, el K-pop se ha destacado entre el resto de las industrias musicales alrededor del globo por la manera única en la cual utilizan los recursos artísticos, ya sean escenografías, vestuarios, etc. Sin embargo, un aspecto que caracteriza a las producciones musicales coreanas es el uso del baile y las coreografías. Mientras que la presencia de la danza en la música estadounidense ha ido decayendo desde la década de los 90, en el K-Pop, el baile se ha convertido en “un sinónimo de la pista en sí, por lo que no puedes pensar en la canción sin pensar en el movimiento” (Yeung, 2021). De esta manera, la participación en el baile mismo se ha vuelto una forma de seguir conectando con la música y los artistas, y ha generado una creciente expansión en las posibilidades para bailar libremente, principalmente alrededor de internet.
Las compañías de la industria musical coreana publican una gran cantidad de contenido enfocado en el baile que realizan sus idols para acompañar sus canciones: desde grabaciones de ensayos, presentaciones en vivo, relay dances y videos individuales de cada integrante, hasta los cada vez más presentes dance challenges en TikTok. A esto se le puede sumar el contenido hecho por los fans, quienes crean tutoriales de baile gratuitos para la comunidad; o cursos pagados de K-pop como los que ofrecen STEEZY studios u On One Studios. Así, esta disponibilidad permite el ingreso de personas sin experiencia previa al mundo del baile, en un lado del mismo que se encuentra menos regulado por los aprendizajes formales, animando a los fans a acercarse.
"Replay", de SHINee fue el primer Dance Practice en ser publicado. "Lucifer", sin embargo, fue el que ganó mayor popularidad en los primeros días de este fenómeno.
Este es uno de los principales motivos por los que gran parte de la comunidad comparte la experiencia de haber tenido su primera aproximación a la danza a través del Kpop. “Fue desde que me empezó a gustar el K-Pop, en 2017, por ahí, que comencé a ver videos y me llamaron mucho la atención las coreografías. Luego empecé a bailarlas y tratar de aprendérmelas”, menciona Camila Julón, anterior directora de la comisión de Baile en Purple Univ. En correspondencia, el fandom del K-pop ofrece espacios donde bailar de forma libre y sin prejuicios.
El principal exponente de esta gran apertura en el baile y su accesibilidad se presenta en los Random Dances. Al no haber restricciones en cuanto a quiénes pueden participar, y tomando en cuenta el énfasis del fandom en congregar personas alrededor de gustos comunes, estos representan una gran oportunidad para expresarse en un ambiente seguro y compartir con otros el entusiasmo por las canciones y sus movimientos. "La gente del random, la mayoría no son profesionales en el baile, y hay mucha gente que tampoco hace covers, entonces siento que el random es un espacio bonito para hacer lo que quieras. Hay gente que a veces ni siquiera baila la coreografía", comenta Zöe Stoll, quien empezó a interesarse en el K-pop por el baile. Los Random Dance no están enfocados en la ejecución “correcta” de las coreografías, sino en la posibilidad de bailar en sí misma y de divertirse en el ambiente lúdico que crean, por lo que son un buen ejemplo de “danza participativa” (Oh, 2020, p.22). Como tal, los Random Dance exceden los límites de las presentaciones de baile tradicionales al borrar la separación entre la audiencia y los bailarines. Y en tanto todos los asistentes tienen la posibilidad de ser ambos, democratizan el baile, extendiéndolo a toda persona que quiera.
Además de espacios abiertos como los Random Dance, los fans también tienen la posibilidad de formar parte de actividades que, sin dejar de lado su accesibilidad, requieren un mayor grado de compromiso. Los grupos de dance covers les permiten a los fans entrar en una dinámica de mayor formalidad, donde eligen determinada posición dentro del grupo y ensayan para mejorar sus performances. Sin embargo, el proceso que ponen en marcha los grupos covers es también una muestra de la democratización de la educación en el baile, mediante la imitación de los idols y sus coreografías.
Miguel Suárez, quien es bailarín profesional, comenta cómo empezó a bailar de la mano de un grupo cover de SHINee: “Al inicio todo era muy empírico, de solo mirar el video, cada uno elegía un personaje y nos lo aprendíamos. No había un coreógrafo, nadie que nos dirigiera, ni siquiera ensayábamos en un estudio con espejos, solamente ensayábamos en el parque”. Al contrario de la forma en la cual se aprenden los bailes tradicionales, el K-pop permite que la danza sea “compartida, copiada, personificada, manipulada y recirculada, en lugar de ser preservada para el bailarín profesional” (Bench, 2010, p.1). Así, pertenecer a una institución formal a fin de poder ejecutar un baile determinado no es una necesidad (aunque, como veremos más adelante, puede aparecer como una opción), pues el aprendizaje de las coreografías se da comúnmente a partir de los ensayos grabados disponibles en internet, así como del apoyo constante entre los integrantes de grupo.
Es por esto que se genera un ambiente de aprendizaje que impacta positivamente en quienes se involucran. “Creo que es un espacio de crecimiento para todas las integrantes, porque siempre hay cosas que mejorar. El estar en un grupo te ayuda a mejorar y ayuda a que todos los integrantes también mejoren”, señala Camila. Además, dentro de los grupos cover también surgen sentimientos pertenencia significativos. Como menciona Zöe, quien también forma parte de los grupos cover KNIVE y WEAPON DC, entre otros, “creo que he encontrado una comunidad, y muchas veces como una familia en varios grupos cover [...] sé que en los grupos hay bastante tensión porque es practicar una coreografía y estar corrigiendo, pero siento que vale más la conexión entre los miembros”.
Zoe (extremo izquierdo) forma parte del grupo Code7, que recientemente publicó su cover de "Wannabe", de ITZY.
De esta manera, podemos ver como señalan Mohd & Ahmad (2022), que “ser un fan del K-pop le permite a las personas descubrir y desarrollar todo su potencial. Le da a los fans una forma de expresarse, particularmente sobre su identidad como fans, a través de la creación de arte” (p.4). Gracias a la cultura participativa que caracteriza al K-pop y que permite a los fans volverse agentes a su vez, entrar en el mundo de los group cover implica la apertura de nuevos espacios de aprendizaje y desarrollo para muchas personas. “Habían estilos que no pensé que iba a bailar que están dentro del ‘estilo’ general del K-pop, y también el abrir mi grupo cover, en el que yo soy líder, me ha enseñado muchísimo a liderar y ser parte de un grupo”, confiesa Zöe.
Al igual que ella, Miguel fue mejorando con el pasar del tiempo y al ganar experiencia en los covers. Pero el K-pop también lo llevó a horizontes más amplios: "Buscando crecer y buscando mejorar mis covers me metí a D1, a la escuela de danza, gané una beca; y empecé a estudiar danza a nivel profesional, y desde ahí sigo bailando". Esta es una muestra de cómo las actividades de los fans pueden devenir en proyectos cada vez mayores, llegando a marcar de forma profunda su vida: “Soy bailarín gracias al K-pop, fue la puerta que hizo que me acerque a la danza, que me ponga a bailar, que aprenda más”, concluye.
Siguiendo este interés que la comunidad presenta en ampliar sus habilidades en la danza para aplicarlas al K-pop, ha surgido una proliferación de academias y estudios que han empezado a brindar espacios de aprendizaje para las personas pertenecientes a la comunidad. Así, se ofrece a los fans diversos cursos especializados en la enseñanza de las coreografías que les interesan. Una gran cantidad de escuelas de baile a nivel internacional cuentan actualmente con clases de K-Pop, incluyendo a algunas de las más conocidas a nivel nacional como D1 y EBAC, además de algunas plataformas pagas accesibles a nivel global mediante la red como son las previamente mencionadas STEEZY studios y On One Studios (Myung, 2021). Ante esto, es necesario cuestionarse si el propósito de estos cursos se encuentra en formar a sus alumnos en la danza, como sucedería en otras clases dictadas en espacios similares, o es una forma de aprovechar económicamente la reciente popularidad de la música coreana. Dada la novedad de estas dinámicas de enseñanza, donde la educación por sí misma parece ser colocada al servicio de las coreografías de moda, los profesores también han tenido que adaptarse, y muchos han comenzado a dictar en estos contextos.
Sobre esta nueva experiencia enseñando K-pop, Miguel comenta: “Al inicio empecé a enseñar porque me abrieron el curso, en verdad. Me necesitaban aquí en D1, que fue el primer lugar en donde dicté y sí, me venía preparando mucho tiempo bailando K-Pop, pero no era al 100% consciente de la responsabilidad que conlleva ser profesor, lo hacía por trabajo. Pero ahora que lo veo de otra manera, mis clases tienen otro approach, tengo otra forma de dictar. Algo que me encanta hacer en mis clases es no solamente dictar y me voy, sino que tengo una preocupación más allá: que mis alumnos se sientan bien, que ganen confianza y seguridad, que estén en un espacio cómodo. Entonces, ahora algo que me llena mucho es ver que mis alumnos alcanzan resultados y realmente ver que con mi danza y lo que he aprendido puedo guiar a otras personas. Me motiva mucho ver que los alumnos crecen bastante y por eso sigo dictando clases a pesar de que estoy siendo coreógrafo y director; [enseño porque] es lo que me gusta hacer.”
Miguel, junto con los alumnos de Taller Básico.
En esa misma línea, Zoe comentó “Yo estudio diseño, pero antes quería estudiar educación inicial porque siempre me ha gustado enseñar, enseñar lo que sé, en el baile también. Entonces, tengo bastantes expectativas; me gustaría llegar, poder enseñar y ver la sonrisa de la gente bailando lo que les enseño. Me da un poquito de miedo, sí sé que en la primera clase las personas pueden no hablar. Pero espero que pueda hacerlo bien”. Tomando esto en cuenta, es esperanzador saber que existen personas dispuestas a enseñar responsablemente la danza a través del K-Pop y que dichos proyectos se encuentren en desarrollo incluso en nuestro país.
Camino a una democratización responsable de la danza
Como parte de la existencia de un mundo globalizado, y más aún con la globalización del “género”, el K-pop ha participado de forma clave en lo que Chuyun Oh (2020) denomina “prácticas migratorias” en la historia de la danza, fenómeno que contribuye a una cultura global que permite a las personas de diferentes países compartir y apreciar formas de artes internacionales.
Sin embargo, la inspiración y referencias que la industria adquiere de otras culturas no está exenta de que estas no sean representadas con la precisión y el respeto necesario. Tal como afirma Myung (2021), existe una falta de conciencia dentro de la comunidad K-pop sobre los orígenes culturales de los estilos de baile que influyen en sus coreografías (p.2). Esta falta de reconocimiento y acreditación es algo que perjudica a grupos racializados, desde ya víctimas de discriminación, al invisibilizar a la comunidad madre de esas expresiones culturales en el ámbito mediático. En el caso de la danza en el K-Pop, existe la preocupación de que los coreógrafos, los artistas y (especialmente) los fans puedan estar utilizando formas de movimiento que tienen un significado cultural específico sin comprender o reconocer completamente sus orígenes
Cuando se le preguntó al respecto, Camila comentó: “Sí conozco gente que baila K-pop y sí sabe, no digo que no exista, pero creo que en su gran mayoría la gente que baila K-pop no tiene la menor idea de lo que está bailando, referente a estilos. Saben los pasos, pueden sacar las coreografías, pero hay muchos pasos [por ejemplo] de hip hop que se ven en diversas coreografías de K-pop y el hip-hop es una cultura, no solamente un estilo de baile. Es una cultura y viene del racismo y viene de la discriminación, porque al fin y al cabo, el hip hop fue creado por las personas afroamericanas en Nueva York, en el ghetto, en estos lugares en donde existía este tipo de clasismo, división social [...] Sería bueno que la gente sepa, porque cada paso que hay tiene un nombre y tiene una razón de ser. No se llama Bart Simpson solamente porque les gustó el nombre Bart Simpson, no se llama Harlem Shake porque solamente les gustó el nombre, tiene razón de ser, el nombre viene de una historia”. Esto puede conducir a una pérdida del patrimonio cultural y una sensación de “borrado” para las personas cuyas culturas se toman prestadas. Incluso cuando estos estilos han pasado a formar parte de una tradición amplia e internacional como lo es el baile, ignorar o desconocer las raíces y el significado de los pasos que se usan se acerca peligrosamente hacia la apropiación de culturas ajenas que poseen gran riqueza. “Yo creo que solamente es cuestión de querer aprender. Y creo que eso sería chévere, que las personas realmente se interesen en eso”, complementa.
SUGA, quien siempre ha estado influenciado por el Hip Hop, empezó a tomar clases de baile de este género.
Así como la conciencia de estilos en los bailes del K-pop aparece como un punto flojo, algo similar ocurre con las coreografías en sí mismas. El proceso de elaboración involucra a más de un solo coreógrafo, y los aportes de todos los que participan en él quedan mezclados en la coreografía final. En este panorama, “los coreógrafos no siempre han sido propiamente acreditados [...] Históricamente, sus nombres han sido raramente publicados junto el trabajo” (Yeung, 2021). Las dificultades que se presentan en este primer momento comienza a marcar una pauta respecto a cómo se trata el trabajo de los creadores en el resto de la cadena que se forma luego del lanzamiento de la canción, tanto en los covers, como en los tutoriales y clases.
Como hemos visto antes, la mayoría de tutoriales son accesibles para los fans de forma pública y gratuita. Pero estos videos, que pueden llegar a alcanzar gran popularidad, no dan reconocimiento formal a los coreógrafos cuyos movimientos usan (Myung, 2021). “Siento que la gente no se fija mucho en eso y realmente no se aprecia el trabajo de los coreógrafos. Mucha gente lo pasa por alto, y no debería ser así”, señala Camila.
Esta carencia se vuelve más preocupante cuando entran a tallar las clases pagadas de bailes K-pop. La ausencia de protección intelectual a los pasos con los que contribuyen los coreógrafos, así como el poco conocimiento de quiénes son los que participaron en la coreografía específica a enseñarse, permite que otras personas inicien negocios rentables a partir de servicios fundamentados en la circulación de trabajo ajeno (Yeung, 2021). Aunque los asistentes sean conscientes de que la persona que les enseña estos bailes no es quien los creó, es difícil sopesar la verdadera importancia de los coreógrafos y la necesidad de que sean reconocidos hasta que se llama la atención directamente sobre ellos: “[usualmente los fans] se aprenden una coreografía porque es la coreografía de su grupo favorito, pero no sé si piensan que alguien crea la coreografía, creo que solamente ven la coreografía y se la aprenden”, opina Miguel.
Dar a conocer estos aportes se ha vuelto cada vez más necesario en la actualidad, principalmente por la consciencia creciente alrededor de la apropiación cultural y el plagio, dos fenómenos que acarrean discusiones directamente concernientes a la forma en que se maneja el hecho de dar crédito en la industria a las culturas y personas de las cuales se nutre. En relación a esto, Miguel considera que el uso de las redes y la creación de plataformas dedicadas a la difusión sería clave para mejorar la situación. “Por mi lado, yo que tengo la cuenta de mis clases, por ahí a veces subimos información de quiénes son los coreógrafos que están trabajando con los artistas de K-pop, o quiénes están colaborando, porque también están haciendo coreografías entre dos o tres coreógrafos”, comenta.
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La opción más clara para aumentar exposición de estos elementos pasaría por hacer un adecuado uso de las plataformas, así como expandir estos espacios. De esta manera, los tutoriales de coreografías también se erigen como espacios adecuados para acceder a una educación más completa: “A la hora que haces un paso y que explicas puedes decir: ‘Este paso se llama Harlem Shake y se llama así porque tal, y viene del Hip Hop’. Creo que es una forma de que la gente también sepa [...], porque hay un montón de gente ve esos tutoriales, algunos tienen millones de vistas, entonces creo que sería un buen punto de partida”, menciona Camila.
Pero además de ello, han surgido propuestas interesantes dentro de la misma industria, que ha producido los programas Street Woman Fighter y Street Man Fighter, con los que la gente ha podido saber más sobre coreógrafos y escuelas de baile. “Creo que Street Woman Fighter fue una muy buena estrategia para que se dé a conocer la coreógrafa de Blackpink. Ella también dijo que gracias a ese programa se dio a conocer un montón. Entonces, así como hacen Boys Planet y Girls Planet, donde hay varias personas que son de otros países, que entren a esos programas desde otros países para que se pueda ver otros estilos de danza de otras culturas, no solo lo que ya están acostumbrados a ver”, indica Zoe.
Conclusión
Como se ha podido apreciar, las plataformas digitales y los nuevos contenidos que se encuentran disponibles en ellas han abierto un nuevo espacio de accesibilidad creciente a la danza y a la formación en ella. Ya sea con grabaciones de ensayos y tutoriales hechos por fans, como con la creación y promoción de grupos cover o Random Dances, las personas que pertenecen a la comunidad del K-pop se ven inmersas en una cultura que se caracteriza por llamar a la participación y democratizar ámbitos de dificil ingreso. A pesar de estos aspectos positivos, en el proceso de facilitación y apertura del baile la industria del K-pop y la comunidad de fans han tendido a descuidar dos aspectos fundamentales: el reconocimiento de las culturas cuyos movimientos son usados, y otorgar crédito a los coreógrafos que aportan a las coreografías.
Es por esto que es tan importante que las diferentes personas y organizaciones que conforman el espacio del baile dentro del K-pop puedan crear consciencia sobre los elementos que son utilizados. Los diversos formatos en los que se presenta el contenido relacionado al baile otorga una amplio rango de opciones, y aumenta las posibilidades de construir un espacio democrático, responsable y respetuoso en el que se mantenga la posibilidad de disfrutar del baile sin necesidad de ser profesionales, pero que pueda enriquecer a la persona tanto en su comunidad como en sus saberes.
Bibliografía
Bench, H. (2010). Screendance 2.0: Social Dance Media. Participations, 7(2).
https://www.academia.edu/20798881/Screendance_2_0_Dance_and_Social_Media
Mohd, A., & Ahmad, H. (2022). “I found my talent after I become a K-pop fan”: K-pop participatory culture unleashing talents among Malaysian youth. Cogent Social Sciences, 8(1).
https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/23311886.2022.2062914
Myung, A. (2021). Korean Pop Dance: What Belongs to Who? eScholarship.
Oh, C. (2020). From Seoul to Copenhagen: Migrating K-Pop Cover Dance and Performing Diasporic Youth in Social Media. Dance Research Journal, 52(1).
Yeung, K. (2021). K-pop’s Love Affair With Dance. Dance Magazine.
https://www.dancemagazine.com/k-pop-dance/
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